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La obra audiovisual. Parte V: Clasificación y tipos de guiones cinematográficos

La labor del guionista es la de trasladar al realizador/productor una guía completa del desarrollo de la acción en la película

El guión cinematográfico es una creación literaria autónoma cuya finalidad es la de servir de instrumento para la producción de una obra cinematográfica. Su estructura y léxico están especialmente escogidos para servir de guía al realizador en su labor de construcción de la obra audiovisual. Por medio de dicha estructura y de la terminología empleada el realizador es capaz de conocer la duración de la obra resultante, sus posibilidades de ejecución, su precio aproximado, probabilidad de éxito, estimación de retorno de inversión… La labor creativa del guionista, por tanto, queda necesariamente constreñida al cumplimiento de una serie de requisitos de forma sobre los que deberá desarrollar la idea, dándole forma hasta lograr el guión definitivo.

La labor del guionista es la de trasladar al realizador/productor una guía completa del desarrollo de la acción en la película. Contemplando en conjunto el proceso de gestación de una obra audiovisual, el guión puede asemejarse a un plano arquitectónico cuyas líneas se trazan y los detalles se indican para mejor ser reconocidos, interpretados y ejecutados con objeto de llevar a cabo una construcción derivada del mismo. Tanto el guión cinematográfico como el plano arquitectónico son, pues, planteamientos intelectuales autónomos esencialmente destinados a ser causa de creación de obras derivadas. Su naturaleza es la de ente autónomo cuya identidad tiende a completarse con la creación de uno o varios derivados de sí mismo.

Sin embargo, a pesar del carácter autónomo de la obra, su finalidad primordial es la de servir como plano matriz y herramienta de creación para el realizador. Esto es, un guión es un texto eminentemente práctico, cuyo estilo literario y narrativo están orientados a facilitar la ejecución de una obra audiovisual derivada. Por tanto, exige la sujeción a una serie de reglas tipográficas y de estilo muchas veces marcadas por el propio productor y, en defecto de éstas, a las exigidas por los usos y costumbres del sector. Algunas de estas normas se refieren al tipo de hoja que debe usarse, el tamaño de la letra, el tipo, la anchura de los márgenes, la ubicación de los títulos, subtítulos y anotaciones, el lugar donde debe incluirse la indicación de autoría y la forma de numerar las hojas. La exigencia de estos requisitos no es baladí, ni su elección casual; permiten al productor conocer aspectos prácticos de producción tales como los recursos que requiere la obra o su duración. Por ejemplo, un productor de sitcoms podría determinar la duración de una producción basándose en el número de páginas del texto, tomando como referencia la norma de que dos páginas equivalen en el sector a una duración total aproximada de un minuto; en las obras cinematográficas, en cambio, una sola página equivale a un minuto. Aquellos guiones que no reúnen estas características suelen ser desechados por ineficientes, independientemente de la calidad técnica, artística o literaria de su contenido.

Así pues, el éxito de un guión no depende únicamente de la calidad en sentido estricto de la creación, sino también de la capacidad de su autor de desarrollar la idea de una forma práctica y útil para el productor, así como en saber detectar las preferencias del público y plasmarlas en el papel siguiendo los principios de economía y concisión. Asimismo, si bien es cierto que un elevado número de guiones son obras de magnífico estilo literario, lo es también que gran parte de ellas se quedan en papel mojado por la excesiva complejidad de sus giros argumentales, la ausencia de acción, interminables diálogos o, en general, por la falta de atractivo o “gancho”. La idoneidad de un guión, por tanto, es la posibilidad de crear con él una obra derivada de éxito.

Con este fin pueden trabajar en la elaboración del guión uno, dos o más guionistas. En algunos casos, guionista y realizador o productor coinciden en una misma persona, aunque lo habitual es que los cargos y quienes los desempeñan se encuentren orgánicamente separados.

Según el tipo de obra que se haya proyectado, e independientemente de la labor del guionista, el responsable creativo principal puede ser el realizador, el director o el productor. En ocasiones el productor puede tener un papel creativo más relevante que el del director, como ha sucedido en las películas producidas por Lucas, Spielberg y Luis Buñuel. En otros casos es el director quien imprime carácter, estilo y personalidad a la obra resultante, circunstancia que se observa en las obras dirigidas por Hitchcock, Berlanga, Fernán Gómez, Carlos Saura y Pedro Almodóvar. Actualmente se tiende a responsabilizar al Director de la calidad técnica y artística del resultado, a pesar de que la producción audiovisual es un trabajo de equipo. Así las cosas, resulta natural que, aunque el guión sea elaborado teóricamente por el guionista, la intervención en el texto resultante por parte de otros profesionales de la producción se haga notoria en ciertos casos, sin perjuicio de que, además, estas otras personas contribuyan o se hagan directos responsables de la elaboración de guiones adicionales, derivados del principal, que ayuden a llevar a producir la obra proyectada.

Uno de los primeros guiones a elaborar es el literario, también denominado Screenplay o continuidad dialogada. En él se incluye la historia al completo, la acción, apuntes de escenario y los diálogos en estilo directo. El guión literario, cuya extensión en número de páginas debe ser, al menos en las producciones cinematográficas, equivalente o muy cercano al número de minutos de la obra resultante, es luego completado por el realizador o director mediante anotaciones de pautas para el rodaje, tales como ángulos, planos y efectos visuales, conformando con ellas lo que se denomina guión técnico o shooting script. Asimismo, es frecuente incluir en este texto de mayor carácter técnico notas e indicaciones que faciliten la puesta en escena: biografías de los personajes, contexto social, gráficos y otros elementos o datos útiles.

En ocasiones resulta conveniente contar, además, con un guión gráfico o story board que facilite la correcta interpretación de los guiones literario y técnico. Por medio del guión gráfico se muestra tanto la acción como el ángulo aproximado de rodaje a través de viñetas al estilo de un tebeo. Esta técnica interpretativa y de trabajo es frecuentemente empleada en publicidad y cine de acción puesto que permite hacerse una idea visual de la película muy aproximada a lo que será el resultado final. En ciertos casos, cuando la obra audiovisual deriva de un cómic puede tenerse como referente y story board principal la obra originaria. Un ejemplo de esta última práctica la encontramos en la película Sin City (Frank Miller y Robert Rodríguez, 2005), cuyos planos son muchas veces idénticos a algunas viñetas del cómic, transportando al espectador del celuloide a la celulosa con tan solo una imagen evocativa; en el mismo sentido, la película 300 (Zack Snyder, 2007), basada en la novela gráfica 300, de Frank Miller, publicada en 1997. En las industrias de publicidad y videojuegos es habitual dotar de animación al guión gráfico con objeto de promocionar el proyecto antes de su producción y obtener así la financiación necesaria para su realización. Esta obra de animación se denomina guión gráfico animado o “animatic” y, aunque su finalidad primordial no es la de servir técnicamente a la producción audiovisual, se puede emplear también para definir ángulos e interpretar mejor el guión.

Próximo post… La incidencia de la labor creativa en el montaje

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Imagen cedida por Richard Mallinson (Croydon, London, United Kingdom)

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