«Tiempos difíciles para el servicio público», fueron las palabras que pronunció Luis Fernández, director de la Corporación de RTVE, en el Foro de la Nueva Comunicación que presidió José Luis Rodríguez, la semana pasada. Y ya que Jesús F Briceño ha publicado una excelente columna de opinión sobre la ponencia, procuraré ser breve aquí.
En poco tiempo, la televisión gratuita a través de ondas ha pasado de 5 a 40 canales. Todos ellos están sustentados sobre modelos de financiación basados en publicidad tradicional, patrocinios y fondos privados. Todos, excepto aquellos pocos calificados de «servicio público», que reciben, además, financiación anual directa de las Arcas del Estado. Uno de estos «canales» de financiación mixta es RTVE.
La televisión es, en palabras de Luis Fernández, «ocio y espectáculo, información (transparente e imparcial) y entretenimiento (de calidad)«. «La televisión pública debe dar cabida a grandes acontecimientos culturales o populares», hasta donde alcance el presupuesto y no más. De otra forma, se estaría «privatizando parte de nuestra vida pública».
Es necesario llevar a cabo una renovación continua y sistemática de RTVE, pero ¿con qué recursos? Hace falta procurar a la corporación de una gestión eficiente del gasto, mayor productividad, mayor servicio… Para ello, debemos replantearnos la definición de <<servicio público>> desde el punto de vista de la excelencia en su prestación y la fijación de objetivos ambiciosos pero reales.
Luis Fernández desveló el futuro de la corporación: «Más cine español». Este año se emitirán más películas españolas que en todos los años anteriores. Supongo que esto es debido a la labor social de RTVE, que desea apoyar a la industria decadente del cine español; pero también a la calidad de las producciones hispanas: sólo el 2% de la programación del resto de las cadenas emiten obra audiovisual española por lo que su coste de emisión no debería ser demasiado elevado (y si lo fuera, o bien estaríamos frente una actividad de «obra social» o bien frente a la privatización de parte de nuestra vida pública; y quiero creer que es la primera…).
En cuanto a la programación actual y las horas de emisión, Luis Fernández…
«explicó por qué, a pesar de ser una televisión pública, no se pueden emitir tertulias o programas de debate en “prime time”, porque cada punto de “share” que se pierde a las diez de la noche le cuesta a TVE 30 millones de euros» (Jesús F Briceño)
Así pues, nos encontramos ante un modelo de televisión pública de financiación mixta en competencia directa con cadenas privadas, todas ellas luchando por el share del prime time y la venta de minutos de publicidad. Y si antes eran 5, ahora son más de 40… Tiempos difíciles para el servicio público, futuro incierto para la televisión privada.