
Comienza el rodaje.
Por medio de los documentos antedichos, outline, tratamiento, guiones y demás elementos, directores y realizadores, junto con el resto de su equipo comienzan el rodaje. Durante el mismo, cada uno de los participantes en la obra dota a la misma, en diferentes proporciones, de singularidad, derivada ésta de la propia interpretación de la misma que cada cual se haya formado, bajo las oportunas indicaciones del director y el productor. La luz, el sonido y el manejo de las cámaras harán de cada grabación una pieza única e irrepetible, destinada a formar parte de la obra audiovisual. La selección de tomas, su adecuación y corrección es llevada a cabo por el montador una vez la etapa de rodaje ha concluido. La labor del montador es quizá, junto con la del guionista y la del director y el productor, la que aporta mayor carga de originalidad al resultado final. El montaje de elementos de una obra audiovisual en potencia nunca será el mismo, y consecuentemente la obra resultante tampoco lo será, si es llevado por distintos montadores. Así, el ritmo, la sucesión de secuencias, la música, el color, la luz y, en general, la personalidad única de la película es, sin desmerecer al resto del equipo, en una alta proporción resultado de la pericia del montador.
Una vez la obra ha sido montada, ésta puede ser objeto de doblaje tanto en otros idiomas como en el mismo idioma en que se rodó. El texto que incluye los diálogos a doblar se denomina guión de doblaje. El doblaje en el mismo idioma tiene como objeto aclarar el sonido, dotarle de mayor identidad y, en algunos casos, sustituir determinadas voces por otras más acordes con la escena o la obra en conjunto. Esta técnica de doblaje en la misma lengua es extraordinariamente frecuente en la industria estadounidense y frecuente, pero en menor medida, en la europea.
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Imagen cedida por Billy Alexander (Charlotte, NC, United States)